domingo, 18 de noviembre de 2007

Sabina, profesor de lenguaje coloquial

En un contexto de inmersión, todo aprendiz experimenta una serie de malentendidos y dificultades de comprensión, así como de seguir las conversaciones diarias. La razón fundamental de este fenómeno se debe a que en sus respectivos países se les ha enseñado únicamente la lengua estándar, y no el lenguaje de la calle, el lenguaje popular, el que normalmente usa diariamente el ciudadano de a pie. Además, durante mi experiencia profesional he podido observar como los alumnos suelen hacer muchas preguntas sobre léxico y otras fórmulas y construcciones coloquiales, sobre el argot que escuchan en la calle y quieren averiguar, sin que tuviera relación con el tema del programa que se estaba dando en aquel momento. Todo ello me hizo ver que éste puede ser un tema que puede interesar mucho al aprendiz de E/LE, sobre todo si lo está (o estará) aprendiendo en un contexto de inmersión, o tenga pensado pasar una temporada en España.

Además, el tema del lenguaje coloquial está muy relacionado con el enfoque comunicativo en la enseñanza de lenguas extranjeras, pues el uso coloquial de la lengua está directamente ligado con la lengua oral (aunque no le es exclusivo, ya que también hay ejemplos de tipos de discursos del canal escrito con tono informal/coloquial), la lengua del habla, la interacción; y más teniendo en cuenta que el tipo de discurso donde mayores manifestaciones del uso coloquial del español hay es la conversación.

Así, aprovechando una canción de Joaquín Sabina que describe un episodio que le pasó personalmente y titulada Pacto entre caballeros, el aprendiz de E/LE de un nivel intermedio (B1 y B2) puede aprender un conjunto de expresiones coloquiales el uso de las cuales se presentan contextualizadas en un texto auténtico.



Las palabras y expresiones que se pueden aprovechar para su explotación didáctica están en negrita:

No pasaba de los veinte
el mayor de los tres chicos
que vinieron a atracarme el mes pasado.

"Subvenciónanos un pico
y no te hagas el valiente
que me pongo muy nervioso si me enfado."

Me pillaron diez quinientas
y un peluco marca Omega
con un pincho de cocina en la garganta,
pero el bizco se dio cuenta
y me dijo -"oye, colega,
te pareces al Sabina ese que canta."

Era un noche cualquiera,
puede ser que fuera trece,
¿qué más da? pudiera ser que fuera martes.
Sólo se que algunas veces
cuando menos te lo esperas
el diablo va y se pone de tu parte.

-"Este encuentro hay que mojarlo
con jarabe de litrona,
compañeros antes de que cante el gallo"-
-"tranquilo, tronco, perdona,
y un trago pa celebrarlo"-
los tres iban hasta el culo de caballo.

A una barra americana
me llevaron por la cara,
no dejaron que pagara ni una ronda,
controlaban tres fulanas
pero a mi me reservaban
los encantos de "Maruja la cachonda".

Nos pusimos como motos,
con la birra y los canutos
se cortaron de meterse algo más fuerte;
nos hicimos unas fotos
de cabina en tres minutos...,
parecemos la cuadrilla de la muerte.

Protegidos por la luna
cogieron prestado un coche,
me dejaron en mi queli y se borraron
por las venas de la noche
-"enróllate y haznos una
copla guapa de la tuyas"- me gritaron.

Me devolvieron intacto,
con un guiño mi dinero,
la cadena, la cartera y el reloj;
yo, que siempre cumplo un pacto
cuando es entre caballeros,
les tenía que escribir esta canción.

Hoy venía en el diario
el careto del más alto,
no lo había vuelto a ver desde aquel día;
escapaba del asalto
al chalé de un millonario
y en la puerta le esperó la policía.
Mucha, mucha policía...